Enseñanza temprana a los hijos

Hace unos años atrás conocí una familia compuesta por el matrimonio y un hijo. El niño era muy despierto y los padres le dedicaban mucho tiempo para ayudarlo a que aprendiera a razonar y pensar con claridad. Lo hacían porque entendían que los niños están sujetos a muchas influencias que pueden tener un efecto negativo en ellos. Querían animarlo a pensar críticamente desde pequeño para que cultivara la capacidad de tomar decisiones y pudiera enfrentarse a las situaciones a las que estaría expuesto.

Tenían una muy buena relación con el único hijo que tuvieron y siempre mantuvieron una magnífica comunicación entre los tres.

El padre disfrutaba de contarle cuentos y discutir las moralejas o enseñanzas de éstos. Ambos padres se encargaron de darle un buen ejemplo y educación al niño.

Un compañero de trabajo del padre comenzó a hablarle acerca de su religión y éste se interesó y quiso investigar más. Convenció a su esposa para que fueran a una reunión y disfrutaron mucho del ambiente amigable y la felicidad que se reflejaba en el rostro de la mayoría de los allí presentes.

El resultado fue que continuaron asistiendo a las reuniones con el hijo y terminaron haciéndose miembros de la secta. Sucumbieron a la propaganda del grupo y a su método sutil de adoctrinamiento y control mental.

Cambiaron su estilo y visión de la vida. Dejaron de asociarse con sus familiares y amigos. Paulatinamente se aislaron porque veían a sus antiguos amigos como “mundanos y una mala influencia.”

La vida de esta familia dio un giro total. Progresivamente sus aspiraciones, hábitos y visión del mundo fueron modificándose hasta que pronto adoptaron la filosofía del grupo y su modo de pensar.

El tiempo transcurrió y en una ocasión el hijo, que era muy inteligente, habló con el padre: “En la escuela estamos estudiando la teoría de la evolución y puedo ver cómo funciona claramente. Tiene base científica. No obstante nuestra literatura dice que la evolución es una enseñanza falsa y que tanto nuestro planeta como los humanos y animales fueron creados, no que evolucionaron, en un corto período de tiempo. Creo que la ciencia está correcta en este asunto.”

“Bueno… hijo mío” dijo el padre, “los científicos dicen cosas de cierto modo que en ocasiones suenan convincentes pero no tienen la ‘verdad’. “Eso es solo una teoría y no lo pueden probar, nosotros tenemos El Libro Sagrado y éste contiene la información correcta.”

“Papá tú solías enseñarme que siempre usara mi mente y analizara las cosas para ver si eran ciertas o falacias. Creo que es como dice la ciencia.”

“De acuerdo,” dijo el padre, “buscaré más información en nuestras publicaciones y continuaremos hablando sobre este tema.”

El joven continuó progresando en sus estudios y su mente continuó ‘abriéndose’ a diferentes puntos de vista y posibilidades. Comenzó a analizar las enseñanzas de su religión y a dudar de éstas. Se aprovechó de una oportunidad en que los padres se estaban quejando de una situación en el grupo y estaban muy emocionados por la situación y habló con su padre. Trató de ayudarlo a que abriera los ojos y pensara por sí mismo y usara lógica y pensamiento crítico.

El matrimonio comprendió que los argumentos de su hijo eran razonables y comenzaron a examinar sus creencias. Como consecuencia de conversaciones entre los tres se dieron cuenta de que habían estado bajo el influjo de una secta que controlaba su modo de pensar y toda su vida.

Los padres estuvieron muy agradecidos de haberle enseñado al hijo a pensar por sí mismo y que al momento apropiado germinara aquella semilla para el beneficio de todos.

Finalmente pudieron recuperar su libertad y abandonar la secta. Estaban muy agradecidos al hijo por haber pensado correctamente. Continuaron unidos y satisfechos de haber adiestrado bien al hijo en la niñez.