Mente clara, ¿qué significa?

Significa que estamos abiertos al análisis y uso de la razón. Significa que no estamos cegados o atados por lo que hayamos aprendido de nuestros padres, en la escuela o tradiciones del lugar donde vivimos.

Diariamente recibimos un bombardeo de ideas de diferentes corrientes y esto hace necesario que tengamos una mente clara para no estar confundidos y poder tomar decisiones sabias.

Recibimos mensajes de varias fuentes sobre lo que supuestamente han dicho científicos, religiosos, filósofos, médicos, naturópatas, políticos o alguien famoso para moldear nuestra manera de pensar a lo que nos dicen.

Debido a la mucha propaganda que existe es necesario tener una mente clara pues nos permite analizar lo que se haya dicho sin pasión y fanatismo. Nos permite pensar claramente y llegar a conclusiones que se amolden a nuestro modo de pensar y sean lo más razonablemente posible considerando los datos que poseemos.

Veamos el caso de ideas religiosas o espirituales. Se han elaborado muchas teorías y enseñanzas pero a la larga se nos dice que hay que tener fe y creerlas. No hay base para aceptarlas y entonces se recurre al argumento de la fe.

En el budismo tibetano se habla de un rey de la antiguedad llamado Gesar. Este rey era el producto de la unión de un ser espiritual y una mujer. A través de muchas dificultades llegó a ser rey del Tíbet y se dedicó a conquistar tierras y a vencer a los enemigos de los tibetanos. Este rey era un buda o ser completamente iluminado y cuando peleaba hacía cosas mágicas para vencer a los enemigos. En una ocasión se convirtió en un insecto diminuto y se introdujo por la nariz de un monstruo que dirigía el ejército contrario y que era prácticamente invencible. De este modo le destruyó el cerebro, pudo matarlo y ganar la batalla.

Hablé con un gran maestro tibetano sobre este tema y le pregunté si esas eran enseñanzas históricas, leyendas o simbolismos de cualidades a cultivar. Me contestó que ellos creían que esos relatos habían ocurrido y creían en ellos porque grandes maestros de la antiguedad lo habían relatado y tenía fe en lo que habían escrito.

Esto ocurre en todas las enseñanzas espirituales, en algún momento, al no tener evidencia histórica o científica, introducirán el elemento fe como la base para sus enseñanzas.

Muchos quieren convencernos con ideas supuestamente científicas pero cuando no pueden probar algo recurren al argumento de que si no hay evidencia para probar algo quiere decir que lo contrario es cierto. Pero esto no tiene que ser siempre así.

Hay que entender que al momento no tenemos información de todo lo que nos rodea y no lo sabemos todo. Por lo tanto es bueno tener cuidado en cuanto a las conclusiones a las cuales llegamos para no asumir puntos de vista sin base alguna. Es importante reconocer que todavía hay muchas lagunas en nuestro conocimiento, por lo tanto no debemos ser dogmáticos ni llegar a conclusiones sin una base sólida.

Tenemos muchos ejemplos de esto a través de la historia humana. Hubo un tiempo en que se creía que ciertas enfermedades eran creadas por espíritus malignos. Más adelante se descubrió la existencia de los microbios como la causa de esas enfermedades. La idea de que la causa de las enfermedades eran espíritus malignos fue en parte debido a no tener el conocimiento que tenemos ahora sobre los organismos microscópicos y buscaron una base espiritual para la cual no tenían evidencia. Al no tener base sólida y querer llegar a conclusiones creó muchos problemas y sufrimiento, especialmente para los que no recibieron el tratamiento correcto.

Llegará el momento en que tengamos conocimiento de cosas que ahora desconocemos y es posible que haya algunas que nunca sabremos.

De todas formas nos sentiremos muy bien si mantenemos una mente abierta y clara para evitar caer víctimas de ideas populares sin fundamento que nos lleven a actuar en contra de nuestros mejores intereses. Nos ayudará a no fanatizarnos ni actuar irracionalmente.

Usemos nuestra propia facultad de pensar para evitar confusión y mantener la mente clara. También escuchemos nuestra sabiduría interna