De qué depende la felicidad

La felicidad depende de uno mismo. No de fuentes externas. Está supeditada a nuestro modo de pensar en asuntos como la vida, la familia, la muerte, la política, la religión la riqueza, la ciencia, el amor y muchos más.

Si nos apegamos exclusivamente a factores externos no podremos ser felices. Hay que dejar de ser dependientes.

Es importante vivir según se nos manifiesta la vida, no como nos gustaría que se manifieste.

Tenemos que aprender a ser genuinos y hacerle frente a las circunstancias de modo auténtico según nuestra propia voluntad. De lo contrario no podremos ser felices.

Cuando vivimos en armonía con la forma en que se nos manifiesta la vida, acorde con nuestra idiosincrasia, podemos florecer, fluir y disfrutar de la vida.

Las cosas son como son. No podemos huir de la experiencia actual de ser un humano. Hay que usar nuestras capacidades creativas para poder viajar del mejor modo en nuestro camino en la vida.

En vez de apegarnos a creencias antiguas o creadas por otros, ¿por qué no crear otras que se ajusten a lo que experimentamos en el momento?

Es mucho más fácil y cómodo ampararse en autoridades externas que creemos seguras, en la mitología y religiones. No obstante, este camino nos va quitando libertad y nos hace fácil presa para caer víctimas de creencias sin base alguna.

Dependamos de nosotros mismos.